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Mostrando entradas de julio, 2010

Igualdad en las desigualdades

Existen acepciones culturales tan arraigadas en el imaginario colectivo que parecen imposibles de extinguir: el que las mujeres deban casarse para ser completamente felices en la vida; que tengan hijos para ser verdaderamente mujeres; que sean ejemplo de rectitud, ecuanimidad, orden, equidad y hasta bondad; son algunas de ellas. Además de ser injusto con las féminas, la cosa no termina allí, pues hay dentro del devenir histórico patriarcal imposiciones que nos obligan a actuar de forma cruel. Un buen ejemplo es que se tilde de “palomino” o “sometido” a aquel marido que ayuda a su esposa en los quehaceres del hogar. O que se le ponga el remoquete de “perdedor” o “fracasado” al hombre cuya pareja lo abandona por otro. Sí, el panorama no es nada alentador para ninguno de los dos bandos. Y si de igualdad en las desigualdades se trata, pensemos por un momento en lo horrible que se sienten los profesionales (egresados de prestigiosas –y no tanto- universidades nacionales o extranjeras) que l

ESPERANDO

I SUS NEGRAS MANOS la acarician desbaratándola en un sudor que no puede ya disimular. Se nota que está desesperado. La percibe tan fría que la vuelve a acariciar una y otra vez hasta calentarla, hasta hacerla sudar mucho más. Se desprenden inocentes -ante semejante estímulo- unas gotitas. La percibe burbujeante. Sin proponérselo, logra hacerla estallar en pompas que emergen suavemente. Las manos cautelosas vuelven a recorrerla logrando que la sensación de cosquilleo parezca dormitarse. El burbujeo cesa y el sudor se vuelve incontenible; humedece no sólo los dedos invasores, sino la palma de la mano entera. Sus negras manos la acarician hasta que –sin querer- la calienta por completo. II A lo lejos, el barman observa al corpulento hombre toquetear –con notable gesto de resignación- la copa de champaña. Se pregunta << ¿Por cuánto tiempo más lo hará?, si esa persona a la que espera noche a noche -desde hace años- seguro nunca llegará.>>