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Mostrando entradas de octubre, 2012

EN FAMILIA

  I          AL FRENTE DE MI CASA nunca hubo nada más que un rancho. Primero uno de bahareque donde se quedaba un -y que- viudo que tenía el resabio de maldecir a todos los vecinos al llegar borracho los viernes por la noche y hacerse el inocente los días siguientes. Tenía un aspecto cadavérico y taciturno que aunado a su caminar apaciguado, hacían pensar a cualquiera que no mataba ni una mosca. Luego, cuando el viejo Efraín se cansó de que todo el mundo le anduviera haciendo mala cara a toda hora y se fue, una pareja construyó cuatro paredes igual de debiluchas que debían abrigarlos a ellos y a sus cinco hijos. Allí se juntaban cocina, baño, sala, comedor, tendedero y hasta nido de amor. Tenía la apariencia de una tacita de barro mal hecha y la facilidad para levantar la compasión de todo el que por allí pasara; y si no, que lo digamos nosotros que los veíamos todos los días como el reflejo de la peor parte de este barrio decadente.          Cuando se cansaron de discutir co