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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Sin rastro

I          NO HA PODIDO volver a quedarse dormida sin pensar en él, en sus cabellos, en su tierna sonrisa perlada y en aquellos ojillos pícaros que tanto le gustan. No ha podido tampoco volver a concentrarse en el trabajo. Toquetea los libros como queriendo acariciar aquellas manos que meses atrás no se apartaban de ellos. Como queriendo robar parte de esa tersura que seguro ellas desprenden.          No ha podido tampoco volver a introducir datos en la computadora sin asegurarse que aquel cliente no es él; ¿número de cédula? , pregunta, sin levantar el rostro, con la esperanza de que la pantalla arroje en grandes y finos trazos el nombre de RONALD. Pero nada, no ha aparecido. Así como ella no ha vuelto a ser la misma. No ha vuelto a tener paz.          No ha podido desperezarse una sola mañana sin guardar en su pecho la esperanza de que él haya perdido, tal como John Cusack en Serendipity, el papelito donde ella le escribió su número telefónico. Tal vez no fue el viento qu