DE REOJO




Una vez se me dio por decir, en medio de una clase de Literatura Infantil, que el venezolano promedio NO le gustaba leer. Lo dije con seguridad, con una autoridad que nadie me había conferido pero que necesitaba de manera urgente para primero, quedar bien ante mi docente, a la que por cierto se le conocía como una de las mejores de la Universidad, y segundo, para alimentar un falso ego que no me cabía en el pecho para ese entonces. La gracia me salió cara, porque ante el inminente desliz, la profesora no dudó en aclarar ante la mirada impávida de todos mis compañeros y con un tono bastante particular que los Venezolanos SÍ leemos!, no necesariamente literatura, pero leemos. Hoy día, años después de ese pequeñísimo traspié, reconozco que mi profe tenía razón: el venezolano promedio lee a diario la(s) telenovela(s), el chisme que está en boga de todos, las páginas del periódico, en especial las de sucesos, tan coloridas como es posible, los correos electrónicos (incluyendo las fastidiosas, irrompibles y pavosas cadenas que invaden la WEB) así como todas sus incidencias del día a día y que sin duda lo nutre como persona. El asunto es ¿Por qué debemos conformarnos solo con eso, si dentro de las obras literarias hay tanta riqueza? Además, ¿No es acaso la literatura representación de la realidad? Si no que lo digan los países en los cuales los niños de primaria leen una o dos novelas completas por mes. Por eso es tan importante la lectura, que no tiene por qué ser de literatura, es cierto, pero que en definitivo no debe obviarse por completo. Leer las flores, los campos…leer el mundo, diría Freire, pero ¿Cuál mundo? ¿Uno lleno de páginas rojas que solo alimentan nuestro morbo? ¿Uno plagado de discursos políticos a veces inconexos, a veces defraudantes? ó ¿Uno donde toda la magia y fantasía tienen cabida y aún los dramas más conmovedores nos hacen suspirar de alivio porque pertenecen única y exclusivamente a un universo literario, a la ficción?
soryady1@yahoo.es

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