Perder una batalla no es perder la guerra (I)


Uno de nuestros deberes como padres y por tanto, como docentes, es fomentar la lectura espontánea, es decir, que sea el propio muchacho quien decida qué leer. Por eso, las alternativas deben ser siempre amplias y ajustadas a los gustos de ellos. Pero claro ¿Cómo calar en el gusto de un público que no hace sino ver Mtv o VH1? ¿Cómo convencerlos que en un libro hay mayor aventura, suspenso, acción o drama que en el Cyber o en la Disco?...Una vez, tratando de leerles un poema a mis alumnos de cuarto año, encontré a una de las estudiantes concentradísima leyendo una revista juvenil. Estando la muchachita ubicada al final del aula, era casi imposible que yo la descubriera, pero como vieja costumbre mía al leerle a una audiencia tan exigente como los muchachos de hoy día, a los cuales cualquier cosa que no sea oír música, chatear o rumbear les parece aburrida, me paseo por las filas vigilando que al menos hagan como que me escuchan. Al estar frente a ella, detuve mi lectura y le dije: Ámbar guarda por favor esa revista. Ella levantó la mirada entre avergonzada y furiosa, cerró la revista y con una sonrisita entrecortada se acomodó para oír el poema que yo llevaba rato tratando que escuchara. Cuando intenté continuar no pude. Aquella mirada se había clavado en mí y no estaba dispuesta a dejarme, así que consideré justo aclarar: Al pedirte que guardaras la revista no te estoy diciendo que no leas lo que te gusta ni mucho menos. OK? Sólo que éste no es el momento más apropiado puesto que estamos en clase. Aplaudo tu iniciativa de leer de manera espontánea y espero que todos sigan tu ejemplo. Sentí un enorme alivio, ya nadie me miraba como la “muérgana” profesora que impone lo que sus alumnos deben leer, pero tampoco era la blandengue que permite que los jóvenes hagan dentro del aula lo que se les venga en gana. Concluida la sesión de poesía aproveché para congraciarme con todos mis alumnos en aras de dejar bien claro que yo no era la mala y dije para que todos pudieran oírme: Ah por cierto Ámbar esa revista me encanta! Sobre todo la sesión de “Trágame tierra”. Al ver aquella sonrisa franca en su rostro me repetí a mí misma: ¿Quién dijo que perder una batalla es perder la guerra?
ULA-Táchira soryady1@yahoo.es

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