Igualdad en las desigualdades

Existen acepciones culturales tan arraigadas en el imaginario colectivo que parecen imposibles de extinguir: el que las mujeres deban casarse para ser completamente felices en la vida; que tengan hijos para ser verdaderamente mujeres; que sean ejemplo de rectitud, ecuanimidad, orden, equidad y hasta bondad; son algunas de ellas. Además de ser injusto con las féminas, la cosa no termina allí, pues hay dentro del devenir histórico patriarcal imposiciones que nos obligan a actuar de forma cruel. Un buen ejemplo es que se tilde de “palomino” o “sometido” a aquel marido que ayuda a su esposa en los quehaceres del hogar. O que se le ponga el remoquete de “perdedor” o “fracasado” al hombre cuya pareja lo abandona por otro. Sí, el panorama no es nada alentador para ninguno de los dos bandos. Y si de igualdad en las desigualdades se trata, pensemos por un momento en lo horrible que se sienten los profesionales (egresados de prestigiosas –y no tanto- universidades nacionales o extranjeras) que luego de uno o dos años de graduados no han conseguido empleo fijo. Si lo tienen, pero no han adquirido carro y apartamento, no demoran los comentarios malsanos o las conmiseraciones: <>. De modo paradójico –y volviendo aunque no se quiera al punto de partida- las madres se desgastan la garganta diciéndoles a sus hijas que: <<¡Cuidadito usted va terminar casada con el panadero de la esquina! Usted se merece un profesional>> (Como si se fuese menos profesional al hacer pan, o sí se fuese más exitoso teniendo un título de licenciado). Si a formas de pensar y actuar nos referimos, no podemos dejar de mencionar lo mucho que nos ha perjudicado la forma en que se asentó la liberación femenina: ahora debemos trabajar, colaborar con los gastos de la casa –en proporciones a veces superiores al 50%- atender los hijos, cocinar, lavar, planchar, ir al gimnasio para que no nos salgan rollos y el marido no nos deje, inyectarnos botox para evitar las arrugas, biopolímeros para disimular las líneas de expresión que se alojan en nuestros sensuales labios, gastar enormes cantidades de dinero en estilistas que nos aseguren que estaremos “chics” en cada evento, reunión, compromiso social o laboral (aún cuando estemos molidas y deseemos con todas nuestras fuerzas dormir a pierna suelta en nuestras camitas), irnos con nuestras compañeras de trabajo a una discoteca o tasca para demostrar lo liberadas, autosuficientes, independientes y felices somos (a pesar de que no nos saque a bailar nadie y las horas en el sitio las dediquemos a hablar de nuestros desgraciados, infieles, desconsiderados, pichirres y aburridos maridos). Del mismo modo ocurre con los pobres hombres quienes tienen que sortear toda clase de agresiones cuando se salen del estándar de acción considerado aceptable. Por ejemplo –como ya se dijo- cuando se decide colaborar con las tareas del hogar o con las obligaciones escolares de los hijos. Si a éstos les va de la patada con ese horrendo “Palomino” que le endilgan, no pueden escaparse del “raro” (metrosexuales en otros países, pero “raros” o “patricios” en el nuestro) si se enfoca en sus cuidados personales: irse a un spa para darse unos masajes, hacerse un pedicure o manicure, o clavarse en una piscina de barro tibio, no son bien vistos por una sociedad que le encanta ver a sus machos gritando a sus esposas para que les traigan su cervecita mientras ven un partido de fútbol con sus amigotes. Que se le dedique un poema a la novia se ha convertido en blanco de burlas, y el que se le lleve una serenata, en una soberana “ridiculez”, en una época que lo virtual, efímero, superfluo y materialista tienen un lugar privilegiado. Por eso, lo mejor es que las relaciones de igualdad y respeto se pongan de moda. Que no hayan más expresiones que impongan injusticias (porque eso de fregar una catorcera de platos por ser la niña de la casa mientras los varones juegan felices, o que a las hembras no se les enseñe a conducir temprano por considerarlas brutas, no puede ser desde ningún punto de vista justo) y la igualdad de condiciones y oportunidades para todos reine YA.

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