Jojo Rabbit: una delicia

Advertencia: pueden hallarse spoilers

Cuando se anunciaron las películas nominadas a la temporada de premiaciones me llamó la atención de inmediato Jojo Rabbit. No solo porque con ella Scarlett Johansson conseguía -además de deslindarse de su estereotipo de sex symbol- dos nominaciones al Oscar (la primera como Mejor Actriz principal en Historias de un matrimonio (2019) y la segunda precisamente por este film), sino porque siempre me han fascinado las películas cuya visión sea la de un niño.
De hecho, una de mis estrategias cuando les leo en voz alta a mis alumnos (incluso los grandulones de séptimo) es emplear historias cuya voz protagonista, tan auténtica y difícil de lograr, sea además de ingeniosa y fiel a sus convicciones: infantil. Lo hace Pedro en La composición (Skármeta, 1998) o Rosaura en La fiesta ajena (Heker, 1991). 

Pues bien, la guinda a la torta se la ponía que Jojo tuviese un amigo imaginario, pero no uno cualquiera con quién jugar cuando uno se siente solo, no no no, esta singular creación del imaginario de Jojo es nada más y nada menos que el propio Hitler, en una versión casi que caricaturizada, pero Hitler al fin y al cabo.
Con semejantes premisas y rogando a Dios que el trailer no me hubiese revelado todo el film hallé en Jojo Rabbit elementos que tenía tiempo no vivía en una sala de cine: humor, crueldad, drama, bondad, inocencia, malicia. Pude pasar de una risa profunda, de esa que te sale desde el fondo de la barriga, al llanto más descarnado, ese que te avergüenza porque los demás espectadores no fueron a calarse tu llantén.
Unas sensaciones como esas se agradecen así como se agradece la impecable actuación del elenco, que incluyó al director en el rol de Hitler y a una Johansson tan dulce y enérgica a la vez que el adjetivo de cautivadora se queda corto. El propio Jojo y Elsa se revelan como grandes promesas del cine. Ambos le imprimen la fuerza que se requiere para atraparte. 
Además, la película le hace sutiles guiños a Bastardos sin gloria (2009) cuando un cruel y despiadado jefe Nazi llega a la casa donde esconden a unos judíos; La vida es bella (1997) cuando...mejor ni les digo, créanme; y, a El niño del pijama de rayas (2008) por la amistad que termina generando Jojo con Elsa. Con ello y su originalidad, se puede catalogar a la película como una gran revelación del 2019, pero sobre todo como una importante obra de arte (que se toma sus licencias históricas) cuyo valor estético trascenderá y le garantizará un sitial de honor en el género. Y es que claro, ustedes estarán pensando ¿hasta cuándo historias del Holocausto? ¿Hasta cuando nos machacan el temita? ¿Cuál es la obsesión de Hollywood por hacernos recordar este pasaje?
Pues bien, hoy casualmente se conmemoran los 75 años de la liberación de los prisioneros judíos del campo de concentración de Auschwitz y mientras existan films de este tipo que con gran ingenio logran conmover a un público millenials al que le gusta la rapidez, lo sencillo, lo divertido, lo fugaz; no habrá duda de que lo que pasó en esos campos, lo que le hicieron a los judíos no dejará de ser recordado como uno de los pasajes más infames de nuestra historia.

Por ahora, corred a verla.

Comentarios

  1. Nihil novum sub sole, dice el Eclesiastés, así que si a alguien no le gusta el tema de la persecución a los judíos durante la II Guerra Mundial, que no vea la película, así de sencillo, yo no me ocuparía de ello. Así como en lo personal yo decido no ver películas de superhéroes (todas iguales), de zombies o de bandas que se movilizan en coches superveloces o las de Barbie. Dicha ya mi respuesta a tus inquietudes respecto de qué pensarán los espectadores, voy a lo medular de tu comentario.

    El filme es una película ambientada en los últimos meses de la II Guerra Mundial, cuando los nazis están viviendo los dramáticos momentos finales de su régimen, en que tuvieron que llamar a las filas a mujeres, ancianos y niños para defender la ficticia ciudad de Falkenheim, ya asediada por los aliados, específicamente estadounidenses, lo que constituye una versión paralela a la caída del Berlín real que, como sabemos, fue tomada por las tropas rusas.
    Coincido plenamente con tu opinión relativa a las intertextualidades y guiños de la cinta con otras obras del género, pero más allá de ser un recurso redundante, resulta muy bien afiatado y la idea de un amigo imaginario como Hitler, es sencillamente brillante.

    Concuerdo, por lo tanto, en que es una excelente película, con momentos de humor, emoción y sorpresa, una manera distinta y creativa de contar la historia de la intolerancia y la instrumentalización de la niñez de una época oscura que esperamos no se siga reproduciendo.

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  2. esta bueno, me gusto soy el nico faria

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